SONATA MARINA. (A REDONDELA)
(Vacaciones en Redondela)
Otra vez el viento adentrándose en el mar, levantando la brisa y la humedad sobre la arena embebida de la playa. Ese viento solitario que acaricia y humedece la chirriante voz de las gaviotas. Un barco, a lo lejos, trae la pesca matutina que lleva a las dársenas del puerto. Allí nos encontramos con los olores típicos del pescado y con el canto del mercader que ofrece sus productos de la mañana, “son los huidos de las mareas, los que donan sus vidas, a fuerza de ardides, a los sátrapas de las redes” -dice-.
Otra vez el viento jugando con el riachuelo que se lanza desde el alcor, sometiéndose a la lógica danza del maíz en el valle, besando los solitarios árboles que escudriñan los vértices del agua.
Viajo de lado a lado, alimentándome de lo desconocido, la luz tan diferente que entra por las ventanas, ese atardecer que lame la ría, ese olor a salitre y pescado, esa humedad marina de las playas azules, esa Paz de Redondela.