Ya lo dice Enrique Iglesias la mejor arma para un padre/madre es La Paciencia.
El otro día viendo @elhormiguero así de casualidad, porque a esas horas yo estoy instragrameando como buena madre 3.0 que soy, me quede pillada con la entrevista al hijo de Julio Iglesias que con su acento mitad americano , mitad de la Moraleja contó como era esto de ser padre y recordó su propia adolescencia, mantándoselas a su madre un día sí y otro también. Pero lo mejor fue cuando llegó a la conclusion que lo que realmente necesita uno para ser buen padre o padre a secaas, es tener “PACIENCIA”, paciencia con mayusculas, y lo dice el que tiene hijos pequeños, y un buen jardin para que jueguen y seguro que alguna que otra nani, pues si lo dice es que los “atura” bastante, pensé mientras se me escapaba una sonrisita de satisfación , ya que Enrique se añadía a mi lista de los “ricos tambien sufren la maternidad”, no importa si tienes casoplón, many o cole privado lo importante es tener paciencia. Y la paciencia se entrena, pero también se agota, así que requiere de mucha dedicación sobre todo a partir de los 11 años que empiezan con la técnica del ” martillo pilón” y eso no hay quien lo resista.
Cuando empiezan con el “todos lo hacen” y los “¿por qué yo no?” necesitamos “crossfit pacientil” y mucho mindfullness. Ya que pueden estar con este discurso día y noche, como martillo pilón para ver si consiguen lo que quieren o por convencimiento o por agotamiento, pero la idea es salirse con la suya. Y lo peor, es que suelen conseguirlo porque las madres y padres no estamos preparados para el martillo pilón, y estamos demasiado cansados para entrar en el cuerpo a cuerpo, y ellos lo saben . Saben que con esta táctica hay un 70% de posibilidades de conseguir lo que quieren y un 30 % de que sus padres se pongan «chungos» de verdad y la cosa acabe mal. Por lo que, sopesado el riesgo, se lanzan cuan kamikazes, y a los padres solo nos queda una estrategia: LAS FRASES DE MADRE. Frases de madre clásica, ya sabéis que lo clasico siempre funciona, frases como “¿y si todos se tiran de un puente tu te tiras?”, a lo que mi preadolescente siempre me decía que sí con una gran sonrisa, para terminar sacándome más de quicio y vaciándome el vaso metafórico de mi paciencia un poquito más.