¿A terapia yo?

¿A terapia yo?

¿A terapia?
Talleres para madres, coaching de familias, terapias para convivir con tu quinceañera.. Pero, ¿ a qué estamos llegando las madres del SXXI? Algo se nos va de las manos, y la solución está en volver a ser madres así sin más, madres de las que riñen a veces y otras damos cariños; madres de las que dicen frases de madres y de las que usan eso de “me horroriza” cuando algo que realmente les horroriza.
En fin seamos las madres que queremos ser y no las que nos dicen que seamos .
Una madre que lo putoflipa

¿A terapia yo?
La primera vez que se me pasó por la cabeza ir a un psiquiatra para contarle lo que estaba sufriendo en silencio con mi hija fue cuando la tutora me dijo aquello de: “su hija se pinta el ojo en el baño del instituto y no es que esté prohibido, es que esta rutina hace que llegué tarde todas las mañanas a primera hora y además deduzco que en casa no tenéis ni idea de su obsesión por el “eye-liner“. Mientras la tutora me contaba las idas y venidas de “la adolescente” al baño para pintarse y despintarse el ojo, yo sentía que la sangre se agolpaba en mi cabeza, se me nublaba la vista, y malamente podía disimular y fingir que todo aquello me parecía una cosa normal y sin importancia tal como me decía la tutora. Al salir del instituto, ya sentada en el coche, lo primero que pensé fue que el castigo iba a ser monumental. Después reflexioné, recordé las palabras de mi marido “solo vas a conseguir castigarte a ti misma“ y llegué a la conclusión de que tampoco era para tanto esto del eye-liner, y que quizás no estaría de más que fuera a un especialista para tranquilizarme un poco y a que me diera unas pastillitas para tomarme la vida con otra perspectiva. La perspectiva de que la raya de ojo a lo Cleopatra no era para tanto y que si ella se empeña en ir hecha una máscara, como decía mi abuela, pues allá ella y sus odiosos quince años.
¿Pero, a qué especialista? ¿A quién le voy a contar que mi hija de casi dieciséis años, como le gusta decir a ella, me estaba volviendo loca? ¿Quién iba a tomarme realmente en serio? En medio de todas estas reflexiones recordé que tenía una amiga psiquiatra a la que, por esto de las obligaciones de la <maternidad, no veía desde hacía tiempo.

UNA MADRE QUE LO PUTO FLIPA
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