Toma de tierra, de Ester Folgueral: habitar un bosque

| Sin comentarios

con-ester-folgeral-en-compostela-nov-2016El encuentro con la poeta de El Bierzo, Ester Folgueral, la pasada semana en Compostela, me trajo recuerdos de Seamus Heaney, al que tanto queríamos. No sólo por la calidad humana, sino por la presencia de la tierra en los poemas. Tiene Folgueral mucho del gran poeta irlandés, aunque ella hizo su educación sentimental en los románticos ingleses, en los esoterismos de Yeats, en Silvia Plath, y, finalmente, en una Emily Dickinson que jamás consideró una poeta difícil. El gran poeta de Villafranca del Bierzo, Juan Carlos Mestre, la solía presentar así: “aquí nuestra Dickinson particular”. Ya acumula una larga trayectoria poética Ester Folgueral. Desde la ira de La espada azul, a las iluminaciones de Memoria de la luz (2006), hasta estas sombras y oscuridades, que ya afloraban en Lo indestructible, y que se ciernen sobre todo en su última obra, esta que acaba de ser publicada por Gravitaciones, Toma de tierra.

He aquí el descubrimiento del desamor, las heridas que sólo el bosque puede curar. “He hablado más con la naturaleza que con los hombres”, me dice Folgueral. He aquí los poemas del otro lado, la puerta a la oscuridad, pero también los poemas que nos unen con la tierra, cordón umbilical, toma de tierra, donde se conecta el cuerpo y el espíritu, donde se vacía y se descarga el miedo. Y la ira.

Toma de tierra es un libro de poemas que recuerda a Heaney. Y más a Ted Hughes que a Sylvia Plath. Es una colección de poemas sin desesperanza, pero sombríos. Son poemas de bosques frondosos, poblados de pájaros. El lugar al que Folgueral escapa para pensar en soledad. “No tengo miedo al oso, ni al lobo: me gusta perderme en la espesura de los bosques”, me dice. Aquí pesa el silencio, y el lenguaje de los árboles, y los besos de los pájaros. Hay animales, semillas, aves ciegas, abejas, caballos de fuego, cigüeñas que sangran. Hay ciervos, mariposas, hormigas, serpientes que escriben con su lengua de amor sobre las rocas. Mariposas de nieve, bueyes harapientos. Es una colección hermosa, que habla de ausencias, de derrotas, de amores perdidos, de muertos que no están muertos y aún huelen a rosas. Libro de nieve, de oscuridad y lumbre, de sombras inevitables. “Todo hombre es un árbol”, dice Folgueral.

Fotografía: Ester Folgueral con M. Giráldez en la librería Cronopios de Compostela, en noviembre de 2016. Fotografía de María Arias.

Deja una respuesta

Los campos requeridos estan marcados con *.