La pandilla de Asakusa. Seix Barral, 2014. 289 págs. 18.90 €.
UNA OBRA TEMPRANA E IMPRESCINDIBLE DEL PRIMER PREMIO NOBEL JAPONÉS (1968)
Es curiosa la peripecia de esta temprana novela de Yasunari Kawabata, escrita en 1930, ya que no vio la luz en español hasta 2008, gracias a la traducción desde el inglés de Mariano Dupont, publicada en Buenos Aires por Emecé. Esa misma traducción es la recogida ahora por Seix Barral, con el magnífico prólogo de Donald Richie, buen conocedor de Kawabata y del cine de ese país, y, en general, del mundo japonés (y fallecido, por cierto, el año pasado). De esta forma, La pandilla de Asakusa deja por fin de ser inédita en España, algo muy necesario, en nuestra opinión, pues estamos hablando de un autor suficientemente conocido, nada menos que el primer premio Nobel japonés. De hecho, cuando esta novela, bastante experimental, se publicó en los años treinta, Kawabata ya era un autor celebrado, gracias al éxito de su primera obra, La bailarina de Izu. ¡Y esa obra se tradujo al español en 1969!
Con esta magnífica recuperación editorial, Seix Barral ayuda a completar la figura del gran autor nipón, mentor de Mishima, y, de paso, nos transporta a unos inicios en los que aún no estaba claro el camino a tomar por parte del escritor, en un momento en el que la influencia del modernismo europeo estaba presente (y de todo el experimentalismo en general, a través de la escuela de la Nueva percepción), con sus lecturas de Joyce y, presumiblemente, de Virginia Woolf. He aquí un instante de duda, en el que se muestra que la fascinación por occidente y la modernización de Japón entran en permanente colisión con el fervor por el Japón tradicional y la infuencia del período Edo. La pandilla de Asakusa ofrece al lector un texto sorprendente, lleno de sensaciones y percepciones de un barrio de Tokio, floreciente en la preguerra, pero que, a partir de los años 40, fue perdiendo su aire “vibrante y sexy”. Un barrio donde se agitaba una visión del mundo diferente, donde el erotismo, la prostitución, el amor libre, el intercambio cultural y una libertad salvaje se abrían camino, porque allí “los deseos bailan desnudos”. Kawabata presenta aquel mundo como un escenario en el que se agitan personajes diversos, seres que aparecen y desaparecen a través de una narración fragmentaria y bellísima, una narración que experimenta con técnicas que recuerdan al cine. Perderse a este gran Kawabata me parecería un grave pecado.