Cosas del primer mundo
Era un viernes cualquiera en Santiago, con su lluvia y ese ambiente especial que te recuerda en cada esquina que la noche anterior fue grandiosa. Llevaba toda la semana planificando el entrenamiento de ese día, era el cumpleaños de uno de los niños y me había comido la cabeza pensando en cómo hacerlo inolvidable. Cumplía 5 y llevaba tres semanas recordándonos a todos que se hacía mayor y que solo le quedaba un año más para poder jugar con los…