¿Cuándo hemos olvidado que la finalidad de la educación es enseñar?

¿Cuándo hemos olvidado que la finalidad de la educación es enseñar?

El otro día mi compañera de piso me dijo que, cuando se sacara el carnet, no iba a volver a conducir en su vida. Y todo porque su profesor la ha hecho creer que no sabe hacerlo, que no va a ser capaz de ponerse al volante nunca. Todos recordamos profesores que nos han marcado, pero ¿hasta qué punto son determinantes en nuestro futuro?

Nos pasamos gran parte de nuestra vida formándonos, en el colegio, en la universidad, en la autoescuela… durante años nos cruzamos con decenas de personas cuya función es enseñar y calificar, educar y evaluar. Crecemos rodeados de correcciones, de notas, de exámenes con solamente dos posibles destinos: aprobar o suspender. Algo que divide, ya a edades muy tempranas, a los alumnos en aptos y no aptos, en listos y tontos.

Y no, la solución no es cambiar los ochos por caritas verdes y los treses por caritas rojas. Tampoco es dejar de ponerle nota a los trabajos, ni inventar revolucionarios métodos de evaluación, al menos no de momento. La clave está en conseguir que todos los alumnos superen el examen, que todos sientan que son capaces de hacerlo porque controlan la materia.

Solemos creer que las asignaturas que más enseñan son las que más suspende la gente y que aquellas que cuentan con un 100% de aptos es porque son fáciles. Y lo pensamos porque nunca hemos imaginado que las asignaturas con muchos suspensos tal vez sean las peor explicadas y que esas otras que todos los alumnos aprueban es porque tienen profesores excepcionales al frente.

Y es que qué sentido tiene que consigas aprobar el examen de conducir, pero que ya no quieras llevar un coche. Qué sentido tiene que hayas conseguido sacar un 5 en educación física, pero ahora odies el deporte. ¿Cuándo hemos olvidado que la finalidad de la educación es enseñar?

Hace unos meses el Gobierno propuso endurecer el acceso a la carrera de Magisterio con unas pruebas eliminatorias para evaluar actitudes y competencias de los futuros maestros. Estos exámenes pretenden determinar la capacidad comunicativa, crítica y lógico-matemática, además de la predisposición del alumnado a educar.

Muchos definieron esta iniciativa como “una traba más” para el estudiantado sin darse cuenta de que quizá traiga consigo el adiós a los profesores que no saben explicar y que no son capaces de empatizar. Dos aspectos fundamentales ya que en ellos recae el futuro de los más pequeños, que serán los que sostengan la sociedad el día de mañana.

Todo buen educador debe saber que para llegar a hacer grandes cosas, primeros hay que creer que estas están a tu alcance. Algo que, sin lugar a dudas, no pasará si todos los días los alumnos escuchan que no se les da bien, que no lo van a conseguir y que nunca van a aprobar. No lo digo yo, lo dicen los profesores de verdad, los profesores que inspiran.

Comparte este post en tus redes
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Pin on Pinterest
Pinterest
Share on LinkedIn
Linkedin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *