El día después

El día después

Manifestación A Coruña | Raquel Andrés

A nadie le gusta el día después. El día después es ese en el que tu primo segundo te felicita el cumpleaños porque, como siempre, se ha olvidado. El día después es el día de la resaca, el de llegar a la conclusión de que no deberías haber salido. El día después es el de darte cuando de que se acabaron las vacaciones, de que toca volver a la rutina y esperar a que vuelva a ser verano otros largos nueve meses.

Hoy es el día después. Aunque, a diferencia de los anteriores, hoy es el día después del día en el que nadie piensa. Hoy es el día del silencio, del olvido, de la retirada de carteles y de la limpieza de calles. El día después del 8M. El día en el que solo quedan las anécdotas, nunca exentas de polémica, que dejó el Día Internacional de la Mujer.

Ayer la mujeres eran noticia, y no por la violencia de género o la brecha salarial, sino noticia de verdad. Ayer era el día en el que Marie Curie, Frida Kahlo, Rosa Parks o Rosalind Franklin estaban presentes en más lugares que las tote bags de Shein. Porque ayer era el día del violeta, del lazo morado, de la reivindicación y del orgullo de ser mujer.

Ayer ninguna volvía sola a casa, ni sentía que luchaba contra un millón. Ayer todas las generaciones parecían una y no había diferencias, solo similitudes entre colectivos. Ayer pasaba lo mismo en Galicia que en Asturias, en Madrid que en Barcelona y en un pueblo de montaña que en una gran ciudad.

Ayer fue un gran día, pero hoy es el día después. Hoy, como mucho, se ven las fotos y se recuerdan tímidamente las anécdotas. En los periódicos se cuelan las cifras de participación y en la tele ya casi no es noticia porque, sorpresa, ya pasó. Los días después nunca son fáciles, pero este ni siquiera parece un día después. Porque, como cada año, parece que el Día de la Mujer es un día y que el día después no queda nada.

Las miles de mujeres de todas las edades que se manifestaban en la Plaza del Obradoiro empoderadas, vuelven hoy a sentirse pequeñas. En las paredes de los colegios ya se han quitado las imágenes de científicas cambiando el mundo y el fútbol femenino ha vuelto a ser quitado de la programación por cuestiones de “audiencia”.

Hoy queda muy poco de todo eso que vimos ayer, tal vez por eso sigue haciendo falta un Día Internacional de la Mujer.

Por suerte, que sea el día después significa que queda un día menos para que vuelva a ser el día. Y, por suerte también, dentro de unos meses nos reiremos de las cifras de este año por considerarlas ridículas. Cada día ser mujer es más fácil. Y lo es por todas esas mujeres que ayer salieron a la calle a protestar porque ser mujer siga siendo un hándicap veintiún siglos después.

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