Hay preguntas que nunca pasan de moda, que sabes que tarde o temprano acabarás escuchando. Tan típicas como tu abuela diciéndote si quieres algo más de postre o tus tías intentando descubrir en la cena de Navidad si tienes “algún nuevo amor”.

Algunas, como estas últimas, pueden llegar ser graciosas o a hacerte sentir como en casa. Sin embargo, hay otras que se hacen pesadas. Un claro ejemplo es el que vivimos cada 8 de marzo cuando alguien entona eso de “¿por qué no hay un Día del Hombre?”.

Es curioso que año tras año haya que estar explicando la misma historia. Pero, más curioso aún, es ver como esta pregunta sigue disfrazándose de ignorancia. Si todavía te preguntas por qué no existe un Día del Hombre permíteme que te diga que lo tuyo no se trata de ignorancia, sino de un micromachismo.

El Día del Hombre existe desde 1999 y, aunque debería celebrarse cada 19 de noviembre, se celebra todos los días del año. De ahí que haya un Día de la Mujer.

“¿Pero si se quiere conseguir la igualdad no se debería dejar de celebrar un día que nos diferencia?”. Aquí es cuando llegamos a la segunda pregunta más pronunciada del 8 de marzo.

El Día de la Mujer es un día para visibilizar esa lucha por la igualdad. Es una forma de causar impacto, de llegar a más gente. Un homenaje a todas esas personas que siguen intentando cambiar las cosas y, por supuesto, a todas esas otras que han sufrido y sufren esta desigualdad. No se trata de resaltar nuestras diferencias, sino de pedir más alto que nos consideren iguales. Aunque, siento decir, que quien utiliza este tipo de comentarios posiblemente todavía no haya entendido nada.

Por supuesto, la lucha por la igualdad es un tarea que nos corresponde a todos y todas siempre, no solo un día al año. Pero, que haya una fecha oficial para salir a las calles a reivindicarlo no quiere decir que el resto de días esto caiga en el olvido.

La lucha por la igualdad o, lo que es lo mismo, el feminismo cada vez va adquiriendo mayor importancia. Con el paso de los años se han ido derribando muchas barreras. Y, aunque todavía queda mucho por delante, hoy estamos más cerca de ser iguales.

Aunque, siempre quedará quien se posicione en contra de este movimiento social, en muchos casos mujeres. Algo que no deja de ser sorprendente. Quizá, habría que recordarles que si no fuera por muchas de esas feministas a las que “desprecian” posiblemente hoy no podrían hacer cosas como: ir a la universidad, llevar pantalones, usar anticonceptivos, ser militares, ocupar un cargo político, votar o quedarse embarazadas sin perder su puesto de trabajo.

También quedarán los del “estamos en el siglo XXI, esas desigualdades ya no las hay”.

En todo el mundo hay 195 países, de los cuales solo 12 tienen una mujer como jefa de Gobierno. Además, según el Parlamento Europeo, las mujeres trabajadoras en la Unión Europea ganan, por hora, un 16% menos que los hombres. Por no hablar de la violencia de género, cuyas cifras siguen dejándonos los pelos de punta cada año.

Por mucho siglo XXI en el que estemos esta lucha no acabará hasta que las muertes se reduzcan a “0”. Hasta que los salarios, los derechos y las obligaciones se igualen. Y hasta que, ser mujer, no parezca una limitación más.

¿Acaso alguien se pregunta por qué hay un Día Universal del Niño y no del Adulto? ¿Por qué hablamos de un Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y no de uno para erradicar la Riqueza? ¿Y del Día Internacional de la Paz, por qué no hay uno de la Guerra?

Que se pasen de moda las preguntas sin sentido para que empiece a estar un poco de moda el sentido común.